Una segunda oportunidad (David Taguas: in memoriam)

En su libro Cuatro bodas y un funeral, convertido súbita y lamentablemente en monumental testamento, David Taguas despliega el análisis cuantitativo más completo sobre la economía española de la última década de cuantos he podido leer.

Como el magnífico macroeconomista neoclásico que fue, disecciona los datos y los pone en una perspectiva mundial. En el libro hay ecuaciones y muchos, muchos, muchos números pero, como si se tratase de un manual, las conclusiones consiguen condensarse lo suficiente como para que el aparato técnico y matemático no sea imprescindible para la comprensión de un número amplio de lectores. Como si de la escalera de Wittgenstein se tratara, podemos desprendernos del utillaje formal una vez que llegamos al destino. Incluso, para los menos interesados en la peripecia, si se confía en sus cálculos y fuentes se puede ir remontando piso a piso la escalera sin pensar demasiado en ella.

A diferencia de la literatura económica y política al uso, en este libro se construye un discurso con los datos en lugar de ofrecerse una fórmula magistral intemporal o, quizás todavía peor, en lugar de buscarse explicaciones ad hoc que localizan en conspiradores extranjeros o en las filas del rival político a los propietarios de esos pies que se empeñan en poner zancadilla tras zancadilla a la honra nacional.

En clave constructiva (y evitando llegar al fondo de las culpas por el derroche de recursos), Taguas expone los errores que tumbaron a la economía española y que todavía hoy impiden su recuperación, a saber:

  • El mercado de trabajo, con su insoportable dualidad y temporalidad, donde convive un dañino híbrido de rigidez y precariedad que hace que España arrastre graves problemas de competitividad e ignore el factor más importante de todos: el desarrollo del capital humano. Frente al statu quo, en este libro se aboga sin reservas por el contrato único.
  • La adicción al crédito y al consumo que, unida a la carencia de ahorro, hacen que la nueva inversión esté muy por debajo de las necesidades para crear empleo. España no dispondrá del crecimiento del crédito para salir de esta espiral.
  • El insoportable nivel de gasto público, que se acerca al 50% del PIB, y que hincha la deuda impidiendo que puedan emerger nuevos negocios. Pese a la tan cacareada austeridad, el hecho es que España gasta como en 2007, es decir, como lo hacía antes de la crisis. El autor propone reducir un 7% del PIB de gasto público en un plan plurianual de pacto de rentas. (Esta propuesta coincide en calibre con la eliminación de diputaciones, fusión de ayuntamientos y racionalización de competencias que propone UPyD)
  • Una fiscalidad que prima el consumo y el bajo valor añadido frente al ahorro y la inversión. También recupera una de sus antiguas y más atractivas propuestas: el tipo único en la renta en lugar de incidir en las tarifas nominales del ingreso fiscal, que penalizan la actividad. Para aumentar la recaudación, Taguas propone que los impuestos sean más sencillos y más bajos, así como aumentar el número de pagadores. El autor recomienda no desincentivar con la fiscalidad lo que conviene al bien común. En un país más próspero se podrá recaudar más y se podrá redistribuir con el gasto. 

 

 

Las soluciones mágicas y unilaterales, como salir del euro, no pagar la deuda o diluirla en el crecimiento, se despachan por ser incompatibles con un compromiso con Europa y, sobre todo, con el futuro en los que no puedo estar más de acuerdo.

Lamentablemente, el público está acostumbrado a la adulación: lo que quiera que sea eso de la opinión pública suele dejarse sobornar mansamente con un aplauso o un voto, de manera que no soy demasiado optimista sobre la viabilidad de un pacto completo de rentas que aborde con responsabilidad el sobreendeudamiento y la realidad demográfica, la cual agrava el sufrimiento derivado de la década perdida en la orgía inmobiliaria y del ensimismamiento en que nos ha sumido su resaca.

Taguas, Sebastián y el BBVA fueron algunos de los que mejor diagnosticaron tempranamente los problemas que amenazaban a la España del déficit de balanza comercial y de pagos, la España de aquella locura inmobiliaria que no volveremos a ver. Pueden ver su informe de Diciembre de 2002 aquí. ¿Por qué el poder político, que dispuso de aquella información, hizo caso omiso y aceleró el hinchamiento de la burbuja? Las consecuencias de haber ignorado el diagnóstico han sido más graves y duraderas.

A diferencia de lo que muestra el último libro de Garicano, creo que Taguas comprendió, tras su paso por Moncloa, que las ecuaciones y los óptimos valen menos en política que la palabra de Rajoy.

En este libro Taguas propone una agenda que debería calar en la sociedad civil y en los partidos políticos. Este post modestamente pretende contribuir a ello y animar a su lectura, pues es la herencia intelectual de un verdadero patriota, una persona rigurosa, trabajadora, progresista y liberal que estuvo un día cerca del poder y que fue testigo de cómo España arrojaba por la borda su capital y a toda una generación.

La vida y la obra de Taguas nos deben invitar a una reflexión sobre cuál es la mejor manera de servir con lealtad a un conjunto de ideas y valores. De hecho, su fidelidad entre 2008 y 2010 al PSOE y al presidente Rodríguez Zapatero no creo que prestaran un gran servicio a su país.

La frialdad con que muchos han abordado su reciente fallecimiento, y el desprecio que otros le dispensamos por el modo en que abandonó el poder para cobijarse en la patronal de la construcción deberían invitarnos, también, a una segunda reflexión.

En todo caso, mi consejo es que lean su libro: si les interesa España o la economía disfrutarán y aprenderán mucho, pese o gracias a sus interminables reiteraciones. El grado en que yo mismo coincido con sus enfoques puede palparse en algunas de las entradas de este mismo blog (austeridaddeuda o mercado de trabajo, entre otros temas). Nuestra discrepancia sobre las fases de la crisis y la falibilidad de los modelos matemáticos fiscales y macro quedarán para siempre por debatir.

Quien esto escribe disfrutó escuchándole, leyéndole y discutiendo con él en Twitter. Su pérdida deja una enorme oquedad en ese páramo que es el debate económico nacional. Hemos de agradecer a su editor, Roger Domingo, que posibilitara la aparición de su libro, un legado que deseo que crezca con el tiempo. Envío también desde aquí un abrazo a cuantos le querían

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