Filosofía y optimismo

Reproduzco la entrevista (no publicada) de ABC a la editora de este blog.

Rocío Orsi Portalo, nacida en Madrid, en 1976. Estudió su bachillerato en el instituto madrileño Covadonga, y después hizo la carrera de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Se doctoró en la Universidad Carlos III de Madrid en el año 2006, donde enseña filosofía desde el año 2004. Ha traducido, entre otros, a Martha Nussbaum y Bernard Williams, y ha publicado la monografía El saber del error. Filosofía y tragedia en Sófocles (Plaza y Valdés, 2008), en colaboración con el Instituto de Filosofía del C.S.I.C. Es editora de El desencanto como promesa. Fundamentación, alcance y límites de la razón práctica (Biblioteca Nueva, 2006) y, junto con Laura Branciforte, de Ritmos contemporáneos. Género, política y sociedad (siglos XIX y XX), que saldrá próximamente en Dykinson. Es autora, por otra parte, de otros artículos y recensiones en revistas especializadas, y editora del blog EconomiayPolitica.es

 

1. ¿Cómo es útil la filosofía para la sociedad de hoy y para su proyección en el futuro?

En sentido estricto, la filosofía es completamente inútil. Eso no significa que no tenga valor, ni siquiera que no contribuya de alguna manera a mejorar la sociedad que la cobija o a los sujetos que la practican. Pero, paradójicamente, tanto su valor como su posible contribución al bien común dependen precisamente de su inutilidad. La filosofía solo puede representar algún papel de provecho si se emprende por sí misma, sin otras miras que el deleite en la abstracción y en la simple pureza de la teoría. La utilidad es, de darse, un efecto colateral, un subproducto. Acercarse a la filosofía con el (en el mejor de los casos) bienintencionado propósito de mejorar el mundo o de perfeccionarse (o, sin más, de satisfacer lo que tanto importa al público de ciertas publicaciones muy rediticias, eso que llaman la autoestima o la búsqueda de la felicidad) suele dar lugar a mala filosofía, a una filosofía de vuelo bajo: pobre, tópica, intrascendente, ramplona, pegada a lo inmediato e incapaz de interesar a nadie ajeno a la circunstancia en que se produce. La buena filosofía, como en general todos los productos acabados y valiosos de la actividad humana, tiene que aspirar a ser intemporal –y muchas veces al precio de renunciar, qué remedio le cabe, a la comprensión, el interés y el aprecio del siglo.

 

2. ¿Tiene una percepción optimista de «su generación»?

No se puede ser optimista en la situación actual, pero tampoco dejar de querer serlo. En España, creo que nos hemos creado unas expectativas muy elevadas que no estamos en condiciones de satisfacer. Mucho me temo que en el camino del cruel (¡mas cuán necesario!) desengaño al que nos estamos viendo sometidos seremos los menores de 40 y los mayores de 65 los que nos veamos arrinconados por la generación que ostenta el poder y las propiedades. Nos seguimos aferrando al espejismo del cuerno de la abundancia que nos sedujo en el pasado y dejamos escapar las ocasiones de mejora que nos brinda el propio presente.

Parecería un buen indicio que nos hayamos indignado, pero es insuficiente e infantil si nos conformamos con eso. La situación es muy grave y exige implicarse y tomar el sistema. Si nos quedamos rumiando nuestras penas en un rincón, o si nos basta con gruñir en la plaza pública, sufriremos sin más los recortes económicos, pero también de libertades y de expectativas, que se han practicado y que se practicarán, y nos toparemos con infinidad de dificultades para desarrollar una carrera profesional y criar una familia -dificultades mucho mayores que las que tuvieron que afrontar las generaciones precedentes. Hay que escribir, pensar y participar en las instituciones, además de, incluso en lugar de, tomar las calles. Eso es lo que necesita mi generación para que podamos reconquistar el optimismo: un optimismo libre de ingenuidad.

 

3. ¿De qué logros o reconocimientos o metas conseguidas se siente más orgullosa?

Me enorgulleció mucho que Antonio Valdecantos me pidiera que presentara su libro (Apología del arrepentido, Antonio Machado, 2006), y me hizo mucha ilusión la propuesta de Roberto R. Aramayo de publicar mi libro sobre Sófocles en Plaza y Valdés. Además, estoy muy contenta del trabajo que hago en la Universidad Carlos III y también de mi paso (como investigadora visitante) por las universidades de Cambridge, Nanterre y Columbia.

 

4. ¿Qué objetivos personales y profesionales se plantea para el futuro inmediato?

Por un lado, formo parte de un grupo de investigación en la universidad sobre temas de género (Grupo Kóre), y tenemos que organizar nuestro tercer congreso y proseguir con la publicación de una revista (Cuadernos Kóre). Por otra parte, estoy trabajando en un texto largo (me gustaría que fuera uno de esos libros de largo aliento que tienen poco sitio en las editoriales) sobre los problemas que el relativismo y el escepticismo plantean a la filosofía moral, tratando de abordar la cuestión desde un punto de vista a la vez histórico y sistemático. Y en una de estas, tendría que pedir la acreditación (es un proceso tedioso por el que hay que pasar para ser profesor permanente) para afianzar mi posición laboral. Estas son las cosas en las que me pondré a mi vuelta de Nueva York, donde me quedan apenas tres semanas.

 

 

 

 

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