Cándido Méndez no es una mis referencias habituales, pero tengo que reconocer que el título de mi nueva entrada en el blog es suyo, y me gusta mucho: como corresponde al tópico en cuestión, es suficientemente sonoro y sensacionalista.
La política energética ha adquirido últimamente cierto protagonismo en los medios de comunicación debido a su intempestiva aparición en el marco de las negociaciones de la reforma de las pensiones. Parece que ambos asuntos nada tienen que ver, y difícilmente se entiende a qué viene eso de cambiar neutrones por pensiones. Y es que, si en lugar de eso se dijera jamones por pensiones, colocaciones por pensiones o, mejor aún, mansiones por pensiones, sería mucho más fácil para mentes suspicaces atar cabos y el ripio conservaría su resonancia. Eso sí, en estas últimas versiones los malos, amén del gobierno, serían los propios sindicatos.
Entonces, ¿por qué se introduce la energía nuclear en el debate de las pensiones? Una respuesta muy plausible es que, reduciendo las obligaciones del Estado en el déficit de tarifa, se podría suavizar el alcance de la reforma de las pensiones. Después de todo, es la reducción de las obligaciones de pago de nuestro Estado lo que están exigiendo Alemania y el FMI.
¿Qué es el déficit de tarifa? El mercado energético está meticulosamente regulado, pero en muchas ocasiones dicha legislación se lleva a cabo de una manera cambiante y ad hoc: es decir, no existe una política energética coherente y acompasada, de modo que se regulan de manera independiente las ayudas al carbón, el régimen especial de las renovables, los costes de distribución, etc. Por otro lado, el coste que implican todas estas legislaciones no puede trasladarse al recibo de la luz (ya que a su vez está regulado). No obstante, el Estado reconoce a las eléctricas el derecho de cobro de esa cantidad, y eso es precisamente el déficit de tarifa: la diferencia entre lo que las eléctricas cobran de hecho y lo que el Estado admite que deberían cobrar, una diferencia cuyo pago con intereses asume el propio Estado. De ese modo, el Estado concede a las eléctricas unos derechos de cobro que no permite trasladar a las facturas y, entre tanto, se hace cargo de la deuda. [Como consecuencia de las medidas de ajuste, el déficit de tarifa no será posible por ley a partir de 2012]
Esta «hipoteca» se ha ido generando durante el gobiernos de Aznar y Zapatero. El primero mantuvo el precio de la energía artificialmente bajo para controlar el IPC y poder así cumplir con los criterios de convergencia para entrar en el Euro; en el caso de la era Zapatero, el origen de la deuda tiene mucho que ver con el crecimiento explosivo de las primas a las renovables (ahora bien, por repartir correctamente las culpas, el marco regulatorio de las renovables lo introdujo el PP, in extremis y casi con nocturnidad) así como con el aumento del coste de las materias primas.
El importe acumulado del déficit de tarifa es de casi 15.000 Millones de € y crece en 5.000 millones de € al año. Para comparar dimensiones recordemos que todos los recortes anunciados en Mayo de 2010 (pensiones, sueldo de los empleados públicos, infraestructuras, cheque bebé…) supusieron 15.000 millones de ahorro.
Gráfico 1: evolución anual del déficit de tarifa
No es de extrañar esta sangría: nuestra política energética ha consistido en subvencionar todas las fuentes de energía y contentar a todos los interlocutores a la vez a costa del erario público. Ya se sabe: el dinero público no es de nadie pese a que nada es gratis.
Se podría cantar la retahíla de beneficiados a ritmo de Sabina: Catalanistas del gas de esos que emplean expresidentes, sindicalistas de Rodiezmo que afilan los dientes, familias de notables que construyeron nucleares para usar (o tirar) y hoy se mueven al aire de las renovables, los del dumping exportador, los del pelotazo en el huerto, los señores del ladrillo, el concejal, el consejero y el alcalde pillo…. todos menos tú.
La política energética y sus consecuencias económicas han importado muy poco a los españoles. Además, en esta materia lo habitual ha sido el recurso al nacionalismo más chusco y local, a la demagogia menos elaborada y a la propaganda menos disimulada.
Políticos locales, organizaciones ecologistas y lobbies compiten en una batalla de manipulación que tuvo un indudable vencedor hasta la crisis financiera: los ecologistas. Es cierto que fueron tiempos de petróleo barato en los que cundió la ensoñación del crecimiento económico infinito.
Sin embargo, la percepción social está cambiando y, pese a la indigencia del debate público, actualmente el fantasma de Chernobyl y del antiamericanismo ligado a las centrales nucleares solivianta cada vez a menos gente. Bien es verdad que entre los antinucleares parece (o parecía) encontrarse el actual inquilino de la Moncloa, y cuesta poco imaginar a nuestro presidente luciendo en su carpeta la famosa pegatina que, a principios de los 80, competía en éxito propagandístico con la chispa de la vida, las orejas del ratón Mickey o las barbas y la boina del Che.
Afortunadamente, también hay quien argumenta con honestidad, prescindiendo de cálculos electoralistas sobre el alejamiento de la radioactividad y sin pretender vender quimeras (un mundo totalmente renovable) ni falsas seguridades. Es muy de agradecer la labor divulgativa del catedrático de física aplicada Manuel Lozano Leyva, y para hacerse una idea de su trabajo es muy recomendable echar un vistazo a esta entrevista.
Existen, no obstante, algunas razones para sentirse incómodos en España con la energía nuclear. Éstas no tienen tanto que ver con su naturaleza o su funcionamiento, ni siquiera con su seguridad o con la perdurabiliad de sus residuos, para lo que parece que la tecnología prevé soluciones aceptables. Lo que sí debe despertar nuestros recelos contra las centrales nucleares españolas es que se construyeron con inaceptables sobrecostes que las compañías eléctricas no pudieron asumir, lo que llevó a que el Estado las rescatara. Un rescate que, bajo la forma de moratoria nuclear, hemos tenido que abonar los clientes a lo largo de dos décadas. Es decir, que en nuestro recibo de la luz hemos compensado a las eléctricas por unos cierres que, después de todo, necesitaban, y, de paso, nos han vendido energía de centrales menos eficientes o ya amortizadas. Una analogía: pongamos que hoy, con un stock de vivienda vacía al que no se puede dar salida, el Estado decide demoler con nuestros impuestos barrios enteros recientemente construidos (piénsese en ciertas urbanizaciones de Seseña o Marina D’Or) y pagar por la expropiación a las promotoras, cajas y bancos que se lucraron al erigirlos. Así se reduciría la oferta de vivienda y se podrían vender las que queden más caras. Inaceptable, ¿verdad? Pues no lo parecía en el caso de la energía, donde la propaganda fue terriblemente eficaz y sirvió a los intereses de los promotores de las centrales nucleares. Es, en definitiva, una muestra elocuente del capitalismo de cartas marcadas y mesas revueltas a que hice referencia en la entrada Pensamiento y Soberanía.
Por otro lado, no me gustaría que se entendiera que las energías renovables no merecen ser promovidas: tampoco en este caso sus inconvenientes residen en su naturaleza o eficiencia, sino en unas primas exageradas y unos trámites que invitan a la corrupción. La energía eólica ya ha demostrado su capacidad para generar altos volúmenes de un modo cada vez más competitivo, mientras que la energía solar parece un extraordinario complemento para el autoconsumo. El precio de estas fuentes de energía no está ligado a la evolución del petroleo, y sería insensato no contar de manera masiva con un seguro como este ante el encarecimiento de las materias primas.
Gráfico 2 Retribución en 2009 por fuente energética
Son igualmente lamentables la moratoria nuclear, las desorbitadas ayudas al carbón, los costes de transición a la competencia y las primas a las renovables. Dicen fuentes desinformadas y con ánimo intoxicador a las que damos todo el crédito posible que la planificación de estas medidas se hizo siguiendo el mismo método de ordenamiento inmobiliario de Hugo Chavez.
Ps: Incluyo el reportaje que Marco Yago de Sevilla realizó sobre el debate energético que sostuvimos en el marco del curso 2008/2009 de la asignatura fundamentos de la economía de la licenciatura de comunicación audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid.
Mi agradecimeinto a Aitor Iturriza que dirigió el debate y a los ponentes y voluntarios de aquella sesión: Israel Blanco, Manuel Castrillo, Estefanía Aganzo. Santiago Dieguez, Iván Mula, Cristina Ruiz y Daniel Goldmann entre otros.
Hombre, que en el post anterior dijeras que el n(e)oliberalismo gobierna el mundo, y que ahora vengas con que Cándido Méndez no es una de tus referencias habituales…
Hola!. No veo la incoherencia en señalar que el no-liberalismo gobierna el mundo y que no me guste casi nada de lo que defiende Cándido Méndez como máximo dirigente de la UGT.
En mi opinión los sindicatos de clase no confrontan con los conservadores y se complementan muy bien tratando de enrocar derechos y privilegios para sus representados.
Soy liberal y veo conservadores a derecha e izquierda. Pero quién sabe, no estoy libre de la incoherencia y me encantaría que profundizaras en tu crítica, ¿se deduce que estoy a favor de los sindicatos? si es así habrá que ponerse a escribir urgentemente un post sobre la reforma laboral y el mercado de trabajo dual.
No, no te preocupes, está claro que no eres un fan de Cándido Méndez. De todos modos, seguro que está muy bien lo que escribas sobre mercado de trabajo y reforma laboral… es un tema que merece mucha reflexión. Eskerrik asko!
http://www.ustream.tv/channel/geiger-counter-tokyo
Interesante aunque no podemos confirmar la fiabilidad de la medida.
Decepcionado y triste por la marcha de los acontecimientos de Japón pongo en revisión mi postura. Si no es posible parar un accidente que tiene tan graves consecuencias la tecnología no es viable.
Es cierto que las circunstancias de un terremoto c.on tsunami son excepcionales. También es cierto que la propaganda antinuclear es impresentable pero los hechos van en camino de ser irrebatibles. Habrá que consumir menos energía y ser más pobres. De momento no hay alternativa.
Parece que las posibilidades de minimizar el accidente crecen notablemente.
Esperemos para hacer balance. Cómo dijimos deben ser los hechos y no el miedo o el negocio el que dirija los próximos pasos del debate.
Me siento manipulado por unos y otros. No se que os parecerá a vosotros.
Progreso y riesgo va unido, pero el resultado final, es mas comodidad, y mas longevidad… en el camino…. accidentes, incidentes… desde el tren, …. la pólvora…. el automóvil… la aviación…quien no tiene su aquel cuando llevas mas de 1 hora sobrevolando el mar…